PREUCACION, REGLA BASICA DE INTERNET
- ANA GUILLÉN BALASCH
- 23 mar 2023
- 3 Min. de lectura
Aunque los ciberataques son los problemas más llamativos en este ámbito y probablemente los que más conversación generan, lo cierto es que los causantes de la
mayoría de estos fallos no son estos actos criminales, sino que la culpa recae sobre los
fallos de hardware o software. La consecuencia menos común de estos incidentes, según
destacan desde Eurostat, es la divulgación de información confidencial. Aquí el principal
motivo sí que es la intrusión o ataques como el phishing, aunque también ocurren por
acciones intencionales por parte de los propios empleados y, en ocasiones, por actos sin
intención llevados a cabo por los trabajadores. Una situación que contrasta con la opinión
de los expertos consultados, que señalan que la concienciación y la preocupación en
España por este tipo de problemas es escasa todavía.
Además, se pueden tomar medidas en la arquitectura web para limitar los daños cuando
ocurre un incidente, así como crear protocolos de actuación para los momentos en los que
hay un fallo de software que ayuden a prevenir las consecuencias.
Sufrir un ataque informático va siempre unido a un gran golpe en la economía de la
empresa. Puede producirse de varias formas; bien porque los hackers piden un rescate
económico, bien porque ya se hayan realizado traspasos de dinero fraudulentos a otras
cuentas o sencillamente porque los servicios de la compañía quedan paralizados,
provocando una caída en su rendimiento.
A mi nunca me ha ocurrido, pero si que conozco a través de un familiar lo que sucede
cuando te hackean. Cuando la víctima abre el correo electrónico o el mensaje de texto,
encuentra un mensaje pensado para asustarle, con la intención de debilitar su buen juicio al
infundirle miedo. El mensaje exige que la víctima vaya a un sitio web y actúe de inmediato o
tendrá que afrontar alguna consecuencia.

Si un usuario pica el anzuelo y hace clic en el enlace, se le envía a un sitio web que es una
imitación del legítimo. A partir de aquí, se le pide que se registre con sus credenciales de
nombre de usuario y contraseña. Si es lo suficientemente ingenuo y lo hace, la información
de inicio de sesión llega al atacante, que la utiliza para robar identidades, saquear cuentas
bancarias, y vender información personal en el mercado negro.
Lo mejor es instalar un antivirus, aunque debemos saber que el propio sistema tiene
mecanismos para autoprotegerse. Es el caso de Windows Defender o Windows Security.
Existen, además, otros antivirus gratuitos como Avast o Kaspersky.
Pueden parecer programas simples, pero son muy eficaces destruyendo troyanos, gusanos
o spyware. Eso sí, hay que estar pendientes de nuevas actualizaciones. Además de los
antivirus, hay otras opciones para evitar que nuestros dispositivos se vean afectados:
● Hay que tener especial precaución con las redes sociales. Nunca abras un archivo
sin comprobar su origen.
● Cerrar el sitio web cuando el navegador te indique que no es un sitio seguro.
● No aceptar archivos de contactos que no conozcas.
● Realizar copias de seguridad de tus archivos periódicamente.
La mejor y más sana forma de actuar es estar atentos como hemos dicho a lo que
aceptamos en internet. No sabemos quién puede llegar a conocer nuestro email, nuestros
gustos, nuestros datos bancarios o simplemente de qué equipos somos. Es totalmente
perjudicial para nosotros ese tráfico de datos. Si alguna empresa o agencia hace uso
irresponsable o no autorizado de nuestros datos, lo que deberíamos hacer es ponerlo en
conocimiento de las autoridades. Ya sea por vía judicial en los juzgados o recurriendo a
cualquiera de las agencias de protección de datos o de protección al consumidor.
Tienes que hacer una reflexión propia, no copiar y pegar información que ya existe en internet